Miro el reloj y aún es temprano para la salida, sin embargo yo ya me estoy yendo. Como siempre me escapo de la ultima clase, por ociosa y por engreída; y por suertuda e inteligente siempre apruebo.
Andaba un poco apurada, y sin embargo, por alguna razón del destino, veo su silueta en el paradero y reanudo mi paso, ahora voy despacio, quiero apreciarla por más tiempo. Quisiera animarme a hablarle pero no tengo nada que decirle, quizás le sonría y me despida, también, con una sonrisa, pasan muchas ideas por mi cabeza, pero no hago nada, la veo angelical, inmaculada, linda, ni ganas de tocarla tengo por no dañarla, es mi chica de cristal, una princesa de verdad.
No, no está rica, no es como las mujeres que me gustaron antes, no tiene ni tetas seguramente, pero tiene algo mejor que un par de escandalosas mamas, tiene una voz encantadora que siempre me gusta escuchar, además, ella en todo su esplendor, me gusta como es.
Tan bonita ella, envuelta en sus pañuelos hindúes, con kilos de ropa encima la muy flaca, con su andar pausado y dubitativo, con el viento ayudando a su cabello lacio, que antes me parecía sin gracia, a verlo ahora agraciado.
Mirarla con deseo se me hace extraño; aprecio, quizás demasiado, la belleza femenina y ella no es perfecta, ahí no hay culito ni tetitas ni labios carnosos, es más bien re flaquita pero con tanta gracia que hace que siempre voltee a verla.
-¿Por qué te vas temprano? - me animé a decirle, me sonríe preciosísima ella y me dice que tiene cita con el doctor, con el tono de voz más angelical que haya escuchado en mi vida ¡qué dicción, qué pronunciación, qué acento!...podría escuchar su voz todo el día, aunque sea insultándome. No puedo darle un beso, no me siento preparada como para darle un beso de despedida en la mejilla; y cuando menos lo creo sus labios se posan en mi mejilla y toma su micro apuradísima- Chau, chau-me dice- me voy ahorita sino no llego- y yo toda cojud*na sólo le digo-Sí, sí...chau
No es un deseo sexual lo que siento por ella, yo sólo quiero admirar su extraña belleza, es más, me da miedo tocarla, ni me imagino algo con ella, es sólo verla y ya.
La veo irse, tan bonita ella y tan insignificante también, no sé qué le veo, no sé qué le he visto, sólo sé que me gusta mirarla y aún no puedo dejar de hacerlo.